sábado, 17 de octubre de 2020

Un Médico sencillo

 "Nunca hablé de eso, pero a partir de hoy y después de 25 años, se nota:

 Fue a principios de los 90, mis colegas y yo estábamos en el tercer año de la escuela de medicina.  Esa tarde pasamos por la UCI del hospital universitario como estudiantes.  Todo iba bien, hasta que un paciente enorme con sepsis se descompuso en estado de shock.


 Los médicos de guardia se movilizaron para recuperarlo.  El jefe, un médico de unos 45 años con 20 años de experiencia, tomó la iniciativa, pero después de más de 20 minutos de intentar intubarlo, cambiando de puesto con los demás compañeros, no lo logró.  Lo mismo ocurrió con los que intentaron "sacar una mejor vena", obesos y conmocionados, no se logró nada.


 El médico pidió ayuda, quién sabe quién, y una enfermera salió rápidamente de la UCI y regresó con un chico.


 No sé quién era, nunca lo había visto, solo sé que cuando llegó, todos se alejaron y se "congelaron".


 Siendo observado por nosotros los estudiantes y por unas diez personas más alrededor del paciente, el "tipo" intuba al hombre casi muerto en menos de 5 segundos, y en otros 10 segundos le sacó una vena, no sé cómo ... se quitó los guantes y debajo  la mirada de asombro de todos se fue como si nada hubiera pasado.


 Después de estabilizar al paciente y dispersar la muvuca, le pregunté al Jefe:

 ¿Quién es él?


 Y ella dijo:

 * Un Anestesista. *


 Entonces mi colega respondió:

 ¿Pero es médico?


 Y el Jefe respondió:

 Más que un médico ...

 * Este es el único médico que la muerte respeta ... *


 Nunca olvidé esa frase.


 Y desde ese día ya sabía cuál sería mi especialidad ".


 Autor: CARLOS PIPA

miércoles, 24 de junio de 2020

Encontrado por ahí...

Valió la pena ser Médico (parece ser largo, pero lean esto. Les aseguro que les traerá buenos recuerdos)
A nadie nos gustaba ir a todos lados con bata, pantalón y zapatos blancos pero no habían horarios fijos en la escuela, podrías ir a cualquier hora y después viajar a varios hospitales para prácticas, no tenías tiempo de ir a casa a cambiarte; comías en la calle cualquier cosa, estudiabas en el colectivo, taxi o metro, te las arreglabas para divertirte o distraerte para no desfallecer, jugabas fútbol de bata, ibas a fiestas de bata, te emborrachabas de bata, tratabas de ser humano cuando la misma profesión te ponía a prueba para no serlo.
En el internado supiste que la esclavitud existe y por lo tanto serás esclavo de esta profesión por siempre, te diste cuenta que puedes no dormir por días y te harán sentir tus superiores el más inútil e incompetente por el minino error, tus quincenas aunque sean de 400 pesos las esperas con ansias, te gritan enfermeras, residentes, adscritos, laboratoristas, familiares, pacientes e incluso los de limpieza, vas perdiendo hora con hora lo que tenías de humanidad.
En el servicio social te cuidabas para que en la comunidad no te lincharan si los sacabas de los programas de apoyo aunque no llegaran a sus consultas, pedías aventón si se iba el camión de pasaje, tu quincena no mejoraba y tenías que arreglártelas para estudiar para el ENARM
En la especialidad supiste que la vida no es justa, hiciste el ENARM compitiendo contra miles y contra el sistema, te alegraste por estar dentro pero sabias que te esperaba aún más esclavitud y sufrimiento, el R1 fue lo peor que viviste, sino te deprimiste, te bloqueaste, engordaste, enfermaste, te suicidaste, renunciaste o colapsaste el sistema se encargó de hacerte una maquina autómata de curar, cuando fuiste R superior si no te desquitaste por lo que te hicieron trataste de rescatar lo que habías perdido de humanidad en ti
Juraste nunca más volver a ser R1 pero hiciste la subespecialidad y fue aún peor que antes, ya te cansaban las guardias, fuiste intolerante a todo, intolerante en extremo al fracaso, perfeccionista imperfecto, intentabas aferrarte a lo que quedaba de humanidad si es que te lo permitía el cansancio, aumentaba el índice de renuncias, divorcios y enfermedades, entendiste que la sociedad tomaba en cuenta la mano que cobra y pocas veces la mano que cura.
Nuestras emociones se transformaron, a nuestra manera nos alegramos cuando alguien nace, nos entristece si alguien muere, sentimos el dolor ajeno pero minimizamos el propio y por eso somos los peores pacientes, alcanzamos prestigio por los éxitos pero un solo error nos sataniza y se nos persigue como chupasangre o delincuentes, estamos para servirles incluso en reuniones familiares, juntas, llamadas telefónicas, mensajes, redes sociales o chats sacrificando nuestro tiempo con la familia, o ratos de esparcimiento, estamos sujetos a juicios y sátiras graciosas o dolosas ya sea por nuestra bata, nuestros desvelos o lo que sea y sepan que si nos atacan no nos dejaremos, si nos demandan sin motivo los contra demandaremos, si nos satirizan en redes contestaremos igual
Pero al ver tantas muestras de cariño, sentir tanto afecto y reconocimiento de todos, sentimos que por algo somos médicos y nos enorgullece seguir siéndolo, recordamos que el medico pocas veces cura, a veces salva, pero siempre alivia y consuela... La bata retoma su blancura, la vestimos con más orgullo y alegría, si valió la pena ser médico.
Gracias por su cariño, gracias por confiarnos sus vidas, gracias por recordarnos que somos humanos, cuiden su salud y la de los suyos, acudan al médico a tiempo y no cuando estén complicados o graves.
Primum non nocere, porque
"lo primero es no hacer daño".


lunes, 4 de junio de 2012

Carta de un abogado a los Médicos



Los títeres del arte de curar, marionetas de obras sociales, hospitales y sistemas prepagos de atención médica trabajan donde y como pueden. 
Su responsabilidad social hace funcionar las instituciones y su irresponsabilidad personal los lleva a exponerse inútilmente.
El día en que ellos, verdaderos médicos por vocación, dejen de pensar tanto en el paciente, en su capacitación profesional a cualquier costo, en las instituciones para las que trabajan, y tomen conciencia de lo mucho que arriesgan en cada acto médico, ese día la atención del país se paralizara. 


Porque solo un demente (alguien que ha perdido la facultad de discernir entre la bondad y la estupidez) puede aceptar la responsabilidad de barajar una vida humana cuando un sistema perverso y carente en todo sentido no le brinda la seguridad y tranquilidad necesarias para trabajar como corresponde.


Porque el médico que asume la responsabilidad en un acto quirúrgico, que se somete al estrés de desplegar su arte sobre un paciente dormido, que asume la lucha contra la enfermedad ajena, que desafía a la muerte sabiendo que no siempre triunfara y que acepta hacerlo por la vergonzosa remuneración que el sistema le asigna, ese médico no es bueno, es ESTÚPIDO, es alguien que consume toda su inteligencia en el cadalso de su ofrenda personal hacia un prójimo que no le reconoce el esfuerzo. 
Agotada su paciencia, ya no puede ver que un error, aunque involuntario, le puede costar su patrimonio, su bienestar, su salud. 
Este suicida altruista figura en todas las cartillas de los sistemas prepagos de atención médica.
Trabaja en los hospitales nacionales, provinciales o municipales, superado por un aluvión de pacientes que envejece haciendo colas y recibe atención francamente deficitaria.
Deambula por clínicas y sanatorios juntando monedas para poder subsistir. 
Este médico, suicida por vocación, inteligente para el prójimo y descerebrado para si mismo, bueno y estúpido a la vez, responsable ante la sociedad e irresponsable ante su familia, es la carne del cañón, el centro del blanco de la industria de la "mala praxis". 
Todo abogado sabe que en este sistema perverso, tan carente de recursos, tan manoseado por inescrupulosos enriquecidos a costa de la salud, el médico es el "hilo fino" mas fácil de cortar, el candidato ideal para exprimir, el ingenuo mas liviano de sacudir para rescatar las monedas que llevan en lo bolsillos.
Lo que pocos se han puesto a pensar, es que, en definitiva este ensañamiento médico, que no discrimina entre idóneos e incapaces, entre buenos y malos, decentes y envilecidos comerciantes, es fundamentalmente perjudicial para el paciente. 
La comunidad toda empieza a sufrir las consecuencias cuando el médico capacitado, con experiencia, con reconocido prestigio entre sus colegas, empieza a "esquivar" la patología difícil, esa donde arriesga mucho y gana poco. 


El médico que cuida sus espaldas, discrimina por necesidad. 
La comunidad toda sufre esta realidad, al verse privada de la idoneidad y la experiencia de sus mejores médicos. 
Porque los mejores, también los mas inteligentes, rápidamente ven la necesidad de dar un paso al costado para no exponerse. 
Si bien es cierto que algunos médicos no están acostumbrados a responsabilizarse por sus acciones, también es cierto que la inmensa mayoría, no tendría que trabajar en las actuales circunstancias. 
Arriesgan mucho sin ganar nada. 
Porque si un cirujano tiene que afrontar un juicio por malpraxis, la demanda supera en miles de veces la remuneración de su trabajo. 
Una intervención de $1200 puede convertirse en un juicio de $100.000.
Así las cosas, los sistemas prepagos de atención médica, circular mediante, solicitan a sus médicos fotocopia de la póliza de seguro suscrita. 
Ellos, al mejor estilo de Poncio Pilato, pretenden que el médico, con centavos que le asignan por su trabajo, contrate un seguro de "malpraxis". 
De esta manera, los líderes de la medicina prepaga se cubren de los errores del servicio que dicen brindar. 
Logran su cometido sin sacrificar un solo centavo de sus arcas. 
Con los aranceles vigentes, ningún médico puede asegurarse contra demandas por "malpraxis". 
Con temor a la "malpraxis", ninguno puede trabajar como deberia.
El auge de este tipo de juicios no es culpa de los abogados. 
Ellos, que son muchos y deben subsistir, han visto las falencias del sistema que colocan al médico en la primera línea de fuego. 
Como frágil fusible de una maquina sanitaria en constante corto circuito, el médico salta y se quema. 
Gane o pierda, con o sin justicia, con razón o sin ella, el médico debe pagar. 
La sociedad parece ensañada con los encargados de velar por la salud.
Vocación de SUICIDAS para seguir con esta profesión que tiene el índice mas alto de divorcios, alcoholismos, muertes prematuras y el menor en remuneraciones comparados con otras clásicas.
¡Suicida altruista! El profesional en una institución desmantelada y desgastada,
¡se desgasta!

miércoles, 1 de junio de 2011

¡ Ándale Manuel !

Con un ---¡Ándale Manuel!---- el Dr. Carlos RI del servicio de Ortopedia del Hospital General de México  de la Secretaria De Salud, apresuraba a mi compañero, para que tuviéramos listas las notas de los pacientes, antes del paso de visita o bien para que estuvieran las nuevas indicaciones, después del paso de visita.
El Dr. Carlos (de quien ya no recuerdo sus apellidos), siempre con su mirada amable y con un tono paternal  nos conminaba a estudiar diciéndonos: Todos los  internos de pregrado del Hospital son utilizados como mandaderos, para hacer las notas y hacer el trabajo sucio en las guardias; Ustedes deben estudiar más, para que con conocimientos vayan transformando esa mala  tradición.  En las guardias con su acostumbrado ¡Ándale Manuel! nos sugería los temas y la bibliografía correspondiente para estudiar.
Cosa contraria la del Dr. Bazaldua también RI, quien no perdía oportunidad para hacer notar su jerarquía, abusando y humillando a los Médicos Internos de Pregrado que les tocaba la guardia, ya que  los obligaba a salir del hospital a comprar las “caguamas”  para poder seguir la fiesta en la “Residencia”. En otras ocasiones se presentaba media hora antes del paso de visita por la mañana, despotricando contra los internos, arrebatando de la maquina de escribir la hoja de las notas  y vociferando estar de mal humor  como consecuencia de la gigantesca cruda que cargaba. Por estas y muchas más razones sus compañeros Residentes lo apodaban “Bascaldua”.
Justamente a mediados del mes de agosto el Dr. Carlos se encontraba muy contento, debido a que saldría de vacaciones y podría estar con sus Padres y Hermanos,  con mucha melancolía nos comento que tuvo la inquietud de convertirse en Sacerdote, pero por alguna situación ajena a el, no lo pudo concretar. Terminó deseándonos buena guardia y no lo volvimos a ver hasta el día 17 de septiembre, quien con la amabilidad acostumbrada  nos mostro su antebrazo izquierdo enyesado, como consecuencia de un accidente en motocicleta. Con mucho orgullo nos expreso  su decisión por  presentarse al servicio, a pesar de estar incapacitado.   
En ese momento, no sabía que el destino le tenía preparada su muerte para el día 19 de septiembre de 1985.  Trágicamente durante el terremoto de las 7:19 horas de ese triste día, todos los RI de Ortopedia del Hospital, murieron dentro de  la Residencia del Hospital, incluyendo al Dr. Carlos y al Dr. Bazaldua.
Dos  días después en algún programa de la televisión  mostraban una lista de cadáveres que se encontraban sin ser reclamados por amigos y o familiares,  en el entonces Parque de Béisbol del Seguro Social. Grande fue mi sorpresa al ver entre la lista el nombre del Dr. Bazaldua.
                                    ¡Cuantas sorpresas nos depara la vida!